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El Nobel no es para Latinoamericanos. Parte 2

Daniel Domínguez Gómez

October 9, 2020.

Original article in Spanish published in LinkedIn Pulse.


Puedes leer la primera parte de esta entrada aquí: https://bit.ly/3iySDf5


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Los ganadores Latinoamericanos del Premio Nobel en áreas académicas representan menos del 1% del total, cuando la producción científica de la región supera el 5% del total mundial de acuerdo con lo reportado por la consultora Scimago Research Group (2018).


Es posible argumentar que, durante gran parte del siglo pasado, nuestros países estuvieron demasiado ocupados tratando de subsistir a la inestabilidad política, a dictaduras militares, y a numerosos golpes de estado; lo que los dejaba con poco tiempo y recursos para enfocarse en el desarrollo científico. Ante este planteamiento se vuelve necesario recordar que los países Europeos, Estados Unidos y Japón siguieron haciendo ciencia en los tiempos de las Guerras Mundiales.


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Figura 7. Ganadores del Premio Nobel en Latinoamérica por Categoría. (Nobel Prize Organization, 2020)


“La ciencia sobrevive a la idiotez y a la falta de voluntad política”, fue uno de los comentarios de George Church, académico de la Universidad de Harvard, ante una polémica pregunta que formulé hace tres años en una conferencia en el MIT; y esa es la realidad, Bernardo Houssay y Luis Leloir, fueron forzados a abandonar su laboratorio en más de una ocasión debido a cuestiones políticas y a los golpes de estado en la Argentina de la década de los 50, aún así ambos lograron destacar desde el exilio y recuperar sus posiciones. Cientos de científicos Latinoamericanos demuestran día con día que son capaces de desafiar las barreras del conocimiento hacer ciencia de primer mundo con presupuestos de tercer mundo.


Es un hecho que los Premios Nobel tienen un grave problema de equidad, diversidad e inclusión, pero la falta de representación de latinoamericanos entre los ganadores responde a más factores, como el insuficiente apoyo a la investigación, la falta de una cultura científica sólida y la escasa visibilidad de las investigaciones realizadas en las universidades de la región.


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Figura 8. Ganadores del Premio Nobel en Latinoamérica, por país. (Nobel Prize Organization, 2020)


Un débil ecosistema de ciencia y tecnología

A pesar de que en la región existe un inmenso talento humano, es un hecho que la ciencia y la tecnología no son y nunca han sido una prioridad para los gobiernos de la región. La inversión pública y privada en I+D se ha mantenido estática en la región y sólo Brasil tuvo inversiones superiores al 1% de su Producto Interno Bruto durante la década pasada. Sumado a una escasa inversión pública, es poco común que las empresas de la región inviertan decididamente en investigación, desarrollo e innovación, en parte debido al alto riesgo que estas actividades implican. En términos de infraestructura, tenemos un severo rezago en comparación con países desarrollados. Es probable que sólo en Kendal Square, la llamada “milla más innovadora del mundo” (Cambridge, MA, EUA), haya más secuenciadores de ADN que en todo Centroamérica.  


Lamentablemente, es poco probable que esta situación cambie en el corto plazo, con Argentina y Paraguay atravesando una severa crisis económica; Perú, Bolivia y Ecuador en medio de terribles crisis políticas; México y Brasil rodeados de incertidumbre con sus gobiernos populistas; Nicaragua y Venezuela con líderes que buscan preservarse en el poder eternamente; y el resto simplemente ignorando el potencial de la ciencia para lograr un desarrollo económico y social sostenido. Sólo Chile y Colombia parecen tomar en serio el tema con la reciente creación de sus Ministerios de Ciencia, Tecnología e Innovación.


Por otro lado, a pesar de los claros rezagos en inversión e infraestructura, no todo el panorama es negativo, en América Latina tenemos universidades y centros de investigación de clase mundial, con investigadores que han obtenido avances significativos en diversas áreas, desde la medicina hasta la astronomía, desde las matemáticas hasta la agricultura. Además, si bien no se ha fortalecido la inversión, la mayoría de los gobiernos ha invertido fuertemente en la formación de recursos humanos en el extranjero, lo que ha permitido que jóvenes brillantes estudien en las mejores universidades del mundo. Aunque no siempre existen las condiciones adecuadas para su desarrollo profesional a su regreso, cada vez observamos a más latinos en las publicaciones de mayor impacto.


En términos de calidad y talento humano, muchos países de la región están al nivel de grandes potencias.

Como se mencionó en la primera parte, el Premio Nobel es la máxima distinción en el ámbito de las ciencias, los galardonados son elegidos de miles de propuestas de alta calidad en medio de un proceso competitivo. Algunos investigadores a cargo de descubrimientos icónicos han tenido que esperar años e incluso décadas para recibir la distinción. Para lograr descubrimientos meritorios de un Premio Nobel, es necesario contar con un ecosistema propicio para la innovación y realizar una inversión sostenida durante varios años para generar resultados en el largo plazo que trasciendan a los constantes cambios de gobierno. 


Los investigadores en América Latina enfrentan diversas barreras que no son tan notorias en países desarrollados, como los largos tiempos de espera y los altos costos implicados en la importación de reactivos, la poca disponibilidad de equipos de vanguardia y los complicados trámites burocráticos para obtener financiamiento gubernamental. A pesar de este complicado panorama para la ciencia en la región, me surgen más preguntas ¿De verdad es imposible ganar un premio Nobel desde una universidad en América Latina?, ¿Las mejores universidades de la región son incapaces de generar a ganadores del Premio Nobel?, ¿Los descubrimientos de los centros de investigación de la región no son dignos de un Premio Nobel?


A mi entender la respuesta para todas esas preguntas es NO, creo fervientemente que nuestras universidades y centros de investigación pueden formar científicos y generar descubrimientos dignos de un Nobel.


Entonces, ¿Cuál es el problema?

Las estrictas reglas de confidencialidad del Comité impiden hacer un análisis a profundidad sobre la diversidad de sus integrantes y de los nominados. La imposición de cuotas obligatorias de diversidad resultaría injusta y con un impacto limitado, resultaría imposible determinar cuántos nominados forzados deberían tener países como India o China que representan en conjunto un tercio de la población, y cuántos debería tener Israel, que es el país con más Premios Nobel per cápita en el mundo. Göran Hansson, Secretario General de la Real Academia Sueca de Ciencias indicó en una entrevista con Nature News (2018) que, en 2019 sería la primera vez que el Comité de Selección haría un llamado a sus miembros para considerar una mayor diversidad de género, geográfica y étnica.


Esto debería ser un primer paso para lograr una mayor inclusión, no obstante, los ganadores de este año en las tres categorías de ciencias naturales fueron 4 estadounidenses, 2 británicos, 1 francesa y 1 alemán.

Estamos ante un problema multifactorial:

  1. Falta de diversidad e inclusión en el Comité del Nobel

  2. Escasa visibilidad del trabajo de los científicos de países en desarrollo

  3. Escaso o nulo apoyo a la investigación científica y tecnológica en países en desarrollo

  4. Otros factores económicos, políticos y sociales


OK, esa es la respuesta a la pregunta inicial, ahora pensemos, ¿Qué debemos hacer para cambiar esta situación?


Un cambio profundo pero realista

Desde mi punto de vista, los Premios Nobel son un vestigio de la ciencia del siglo pasado, hoy en día vivimos en un mundo mucho más conectado, con más oportunidades para la colaboración internacional. A diferencia de la ciencia de hace 100 años, hoy en día los proyectos involucran a decenas de investigadores, en ocasiones cientos de científicos de todas partes del mundo, un ejemplo es la colaboración internacional del Event Horizon Telescope que integran más de 200 científicos en todo el mundo, o el proyecto Genoma Humano de similar magnitud. En este sentido, es imposible dar el mérito adecuado a todos los involucrados en los descubrimientos y desarrollos ganadores del Nobel.


Al igual que la ciencia, el Nobel debe evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos. Nuestros países también deben adaptarse a esta nueva realidad.


La solución más básica sería que nuestros gobiernos se comprometieran a invertir al menos 1% del PIB en investigación, desarrollo, innovación, comunicación y educación científica, además de facilitar los trámites, reducir los impuestos a la importación de equipos y reactivos, simplificar los procedimientos de fondeo, generar capacidades para la fabricación de insumos de investigación, e incentivar la inversión del sector privado y la contratación de científicos jóvenes.


Enlistar soluciones es muy sencillo, pero siendo realistas es poco probable que todos los puntos se cumplan en los próximos 10 años a pesar de que la pandemia que vivimos nos ha enseñado la importancia de la ciencia y la tecnología.


Una solución más sencilla yace en algo que ya estamos haciendo y que hemos hecho desde principios del siglo pasado, impulsar la formación de recursos humanos capacitados y fomentar la cooperación y colaboración internacional.


César Milstein y Mario Molina tuvieron oportunidad de estudiar y posteriormente laborar en universidades de gran prestigio, siendo alumnos de otros premios Nobel y colaborando con personas talentosas de todo el mundo. Actualmente, las mejores universidades del mundo son focos de diversidad, al caminar por los pasillos y jardines de Harvard, Cambridge, Oxford y MIT es posible observar a personas de cientos de nacionalidades y orígenes étnicos. Debemos seguir promoviendo que jóvenes Latinoamericanos tengan oportunidad de estudiar posgrados en el extranjero y generar más oportunidades para que los estudiantes de posgrado de las universidades y centros de la región realicen estancias fuera de sus países.


Además, debemos promover esa misma diversidad en nuestras universidades y atraer talento dentro de nuestras fronteras. Peter Medawar y Baruj Benacerraf fueron hijos de inmigrantes . Es necesario abrir nuestras fronteras y las puertas de nuestras universidades a científicos de todo el mundo; generando más programas para recibir a investigadores visitantes jóvenes y senior, y para favorecer una mayor diversidad entre los estudiantes de posgrado. Si queremos lograr una mayor visibilidad de la ciencia latinoamericana, no basta con enviar gente al extranjero, es necesario mostrar lo que somos capaces de hacer en nuestras fronteras.


En este sentido, el primer paso es promover la cooperación a nivel regional y generar un mayor número de intercambios entre los países de la región; empezando por aprovechar la ventaja que supone el tener sólo dos idiomas predominantes en la región. 


Bernardo Houssay y Luis Leloir fueron capaces de destacar desde las fronteras argentinas, gracias a sus contribuciones, los laboratorios en los que trabajaron se convirtieron en referentes internacionales y atrajeron la atención de la comunidad científica internacional. En cierto modo, el prestigio generado por Houssay permitió que las aportaciones de Leloir tuvieran un mayor eco a nivel global. Es necesario visibilizar las grandes aportaciones de investigadoras latinas y empoderarlas para que se conviertan en referentes globales.


Nota: En la medida de lo posible, debemos evitar que grandes investigadores como Leloir y Houssay deban exiliarse por asuntos políticos.


Algunas de estas acciones ya se están implementando en algunos países, por lo que deben expandirse y potenciarse con mayor voluntad política.


Finalmente, es probable que estés haciéndote la siguiente pregunta:

¿De qué serviría que más latinos ganen el Premio Nobel?

Los ganadores del Premio Nobel se convierten al instante del anuncio en role models y referentes mundiales que son invitados a dar conferencias alrededor del mundo. En muchas ocasiones, los ganadores son sólo conocidos en pequeños círculos dentro de sus áreas de investigación, antes de recibir el premio. 


Tener más ganadores Latinoamericanos del Premio Nobel, probablemente motivaría a más jóvenes a perseguir carreras científicas, tal vez nuestros gobiernos tendrían mayor interés en apoyar a la ciencia y la tecnología, y tal vez la sociedad se interesaría más en estos temas.


En contraste con las categorías de ciencia, la proporción de latinoamericanos galardonados con el Premio Nobel de Literatura es mayor, con 6 ganadores de un total de 116 (5.17%). Es probable que, aunque no te dediques a la literatura, conozcas o hayas leído las obras de Mario Vargas Llosa (Perú, Ganador en 2010), Octavio Paz (México, 1990), Gabriel García Márquez (Colombia, 1982), Pablo Neruda (Chile, 1971), Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1967) o Gabriela Mistral (Chile, 1945). Estas 6 personalidades se han convertido en la inspiración de miles de jóvenes escritores, y su obra perdura aún después del fallecimiento de cinco de ellos.


A lo largo de la historia hemos visto a latinos triunfar en las más altas esferas del arte y del deporte a pesar de las limitaciones políticas impuestas por nuestros terribles gobiernos. Basta con observar a Egan Bernal (Colombia), el primer Latino en ganar el Tour de France en 2019; a Emanuel Ginóbili (Argentina) coronarse múltiples veces en la NBA con los Spurs de San Antonio, a María Espinoza multimedallista olímpica de Tae Kwon Do, y a innumerables beisbolistas latinos en la élite del deporte. Por otro lado, Elisa Carrillo e Isaac Hernández (México) han ganado el Premio Benois de la Danse (2018, 2019) como los mejores bailarines del planeta, cinco de los últimos siete Premios Oscar a mejor director han sido para tres mexicanos: Guillermo del Toro (1), Alfonso Cuarón (2) y Alejandro González Iñárritu (2). De una u otra manera, todos ellos se han convertido en referentes para la sociedad y han transformado a sus países, cada vez hay más interés en el Tae Kwon Do, en el cine y en la danza contemporánea en México, en el basquetbol en Argentina, en el ciclismo en Colombia.


La pandemia nos ha enseñado que hoy más que nunca necesitamos a la ciencia y a la tecnología. Debemos de aprovechar esta lección para implementar en el ámbito científico las medidas que se han tomado en nuestros países para generar más deportistas de élite, búsqueda de talentos y formación desde etapas tempranas, envío a universidades de élite, inversión en infraestructura, entre otras.


Si ponemos la mitad del empeño que hemos puesto en buscar al próximo Lionel Messi en buscar y apoyar al próximo Mario Molina, pronto podremos tener más premios Nobel, y el sueño de miles de niñas y jóvenes investigadoras dejará de ser un sueño imposible.


Una dedicatoria especial de esta reflexión a Mario Molina Enríquez Premio Nobel de Química en 1995, quien falleció el pasado miércoles, precisamente el día del anuncio del Premio Nobel de Química 2020. El Dr. Molina fue uno de los grandes impulsores de la ciencia en México y una inspiración para miles de jóvenes para perseguir carreras científicas. Su legado trascenderá y perdurará por muchos años en la ciencia latina.


Referencias:

Lunnemann, P., Jensen, M.H. & Jauffred, L. (2019). Gender bias in Nobel prizes. Palgrave Commun 5, 46. https://doi.org/10.1057/s41599-019-0256-3

Mallapaty S. (2018). The Nobel gender gap is worse than you think. Nature Index Online. Consultado en Sitio Web, 01/10/2020. https://www.natureindex.com/news-blog/the-nobel-gender-gap-is-worse-than-you-think

Nichols G. (2018). Why Aren't There More Women Leaders in Science? Scientific American Voices (Blog). Consultado en Sitio Web, 01/10/2020. https://blogs.scientificamerican.com/voices/why-arent-there-more-women-leaders-in-science/

Nobel Prize Organization (2020). Nobel Prize Facts. Consultado en Sitio Web, 01/10/2020. https://www.nobelprize.org/prizes/facts/nobel-prize-facts/

UNESCO Institute for Statistics (2019). Women in Science Fact Sheet No. 55. Consultado en sitio web 02/10/2020. http://uis.unesco.org/sites/default/files/documents/fs55-women-in-science-2019-en.pdf

USAID (2015). Gender Equality in Science, Technology, Engineering, Agricultural Sciences and Mathematics (STEAM) Academic Pipeline Challenges Transferring Knowledge to Practice. Consultado en Sitio Web 01/10/2020. https://www.usaid.gov/sites/default/files/USAID-Report-Sep-30-2015-Final.pdf

Scimago Research Group (2018) Principales indicadores cienciométricos de la producción científica mexicana. Consultado en Sitio Web 02/10/2020. https://www.foroconsultivo.org.mx/FCCyT/documentos/Scimago_2019/informe_scimago_2018.pdf

Zimmer M. (2020). Nobel Prizes have a diversity problem even worse than the scientific fields they honor. The Conversation Blog. Consultado en Sitio Web, 29/09/2020. https://theconversation.com/nobel-prizes-have-a-diversity-problem-even-worse-than-the-scientific-fields-they-honor-145799#:~:text=But%20in%20the%20119%20years,model%20scientists%20are%20white%20men.

 
 
 

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